Nº 58 ~

Tumilet

España, década 1920

Fabricado por J.G. Tumilet y P.G. Tumilet

Museo Pedagógico de Aragón, Huesca

Esta especie de pequeño proto-kart fue donado al Museo Pedagógico de Aragón (Huesca) por los hermanos Gregorio y Mª Carmen Lax Angás.

La ficha que aparece en la Red digital de colecciones de museos de España (ver esta captura de pantalla) nos dice que su fecha aproximada es 1920 y que fue un regalo Gregorio Lax Roda para sus hijos. Lax Roda murió en 1931 a la edad de 32 años. Su hijo Gregorio (de ahora en adelante, “Gregorio hijo”) nació en 1930, un año antes. No pude encontrar la fecha de nacimiento de su hermana Mª Carmen, aunque dadas las fechas, es de suponer que nació antes que su hermano.

Este tipo de coche se conocía como un “Tumilet” y fue fabricado por una empresa bajo el nombre de J.G. Tumilet o P.G. Tumilet, los nombres de dos hermanos propietarios del negocio: José (o Josep, en catalán) y Pedro (o Pere, en catalán) Grau Tumilet.

La primera mención del Tumilet que he encontrado data del 1 de enero de 1927, en un anuncio en la página 8  de la revista La Publicitat publicado por la juguetería La Clínica de Bebés, situada en el Carrer del Bisbe nº. 3 de Barcelona (quien quiera husmear un poco en esta antigua juguetería, puede leer el artículo de este blog, en catalán, con magníficos “bebés artificiales” incluidos). Publicado justo antes del día de Reyes, el anuncio ofrecía a los padres una parada única para los regalos navideños de sus hijos: por 35 pesetas podrían hacerse con un Tumilet.

Lo definían como “auto-patín”, pero con el tiempo (o quizás de inmediato) Tumilet, el segundo apellido poco común de los hermanos Pere y Josep, parece haberse convertido en el nombre del propio juguete. Lo cierto es que el nombre es perfecto, por ser agradablemente sonoro y sonar divertido y familiar. El sufijo ‘-et’ (-ito en catalán) incorporado es la guinda en el pastel.

Un anuncio que apareció en la edición de la revista catalana En Patufet, en enero de 1931, también para la campaña de Reyes, dice:

Els Reis portaran l’Auto-Patí TUMILET
Es la joguina que prefereixen tots els nens y nenes.
Es la millor distracció per als infants.
SALUT, FORÇA I DESENRROTLLAMENT
TUTÚ (Tumilet), més segur que un patí, proporciona als nens l’alegria I salut.

De venda en tots els principals magatzems i basars de joguines.
Majoristes: J.G.TUMILET, Lafont 26 (P.S.)-Barcelona

El diseño es bastante parecido a los hand cars (literalmente, “coches de mano”) llamados Irish Mail en los EE. UU. que fueron populares en los años 20: puedes ver un anuncio de la época aquí, según aparece en el Online Bicycle Museum. La idea realmente es la misma, con una especie de palanca que se opera remando, aunque creo que era más fácil coger curvas con el Tumilet. Los ‘Irish Mail hand cars’ se vendían como aparatos muy beneficiosos para la salud de los niños, ya que según afirmaban, “calmaban los nervios y enrojecían la sangre”. ¿Qué padre o madre responsable no querría eso para sus hijos?

Gregorio Lax Roda, nacido en 1899, habría comprado este Tumilet para su hija o sus hijos mientras vivía en la Huesca rural, probablemente cuando vivía en el pueblo de Ballobar, donde fue el maestro de la escuela unitaria. En la actualidad, Ballobar tiene menos de 900 habitantes, pero en aquella época tenía una población de unas 2200 personas; puedes echar un vistazo a este vídeo en el que aparecen fotos antiguas del pueblo.

Es evidente que Lax Roda tenía una dedicación absoluta a su profesión y especialmente a la causa de mejorar la alfabetización en los pueblos rurales de España. En 1926 escribió un artículo titulado ‘Pro Cultura’, en el que admira la labor del escritor, periodista y pedagogo Luis Bello, que viajó por las escuelas de España de 1926 a 1929, entrevistando y hablando con maestros, estudiantes, autoridades y habitantes de los pueblos, escribiendo sus crónicas. Él también defendió y promovió la idea de una escuela pública para todos.

La escuela de Gregorio Lax Roda en Ballobar tenía 140 niños y niñas de edades comprendidas entre los 7 y los 14 y, como otras escuelas unitarias de la época, tenía muy pocos recursos. Escribió pidiendo a las autoridades educativas que financiaran escuelas en los pueblos y pusieran fin a la desorbitada tasa de analfabetismo, que según él afectaba a unas ¾ partes de la población (ver este artículo sobre Luis Bello).

En este contexto rural, me pregunto si este Tumilet era un juguete preciado y especial en el pueblo. Es improbable que hubieran existido muchos otros Tumilets en Ballobar. También me pregunto si, al menos para Gregorio hijo (y probablemente para su hermana también), tenía un significado particularmente especial para ellos, siendo uno de los únicos objetos que les quedaba de su padre. Es el tipo de juguete que podría resultar impresionante para cualquier niño, y el hecho de que lo cuidaran tanto y lo donaran al museo años más tarde junto con otros materiales educativos de la escuela de Ballobar, nos sugiere que su padre tuvo una presencia especial en sus vidas a pesar de haber muerto tan joven.

Vislumbramos algo de la vida y el carácter de Lax Roda al ojear artículos de la prensa local sobre sus actividades como maestro. Un artículo publicado en 1925 describe un “hermoso discurso” que pronunció sobre las ventajas que ofrecen los árboles y nuestra necesidad de tenerlos a nuestro alrededor, y sobre el papel de las escuelas en “todo aquello que atañe a la cultura y la prosperidad del pueblo”, concluyendo con una petición al pueblo para obtener “nuevos locales-escuelas, amplios, sencillos, blancos y limpios, con muchas ventanas y rodeados profusamente de árboles y flores.”

No pude encontrar información acerca de la causa de su muerte, pero en 1932, vemos que a su viuda Carmen Angás le otorgaban una pensión de viudedad anual de 1000 pesetas. Resulta interesante también comparar el precio del Tumilet en el anuncio de 1927 (35 pesetas) con su pensión anual. Carmen Angás viviría 55 años más que su marido, muriendo en 1986.

La fábrica Tumilet también producía cochecitos y monopatines más “ordinarios”. Durante mis indagaciones para obtener más información sobre de la empresa, no encontré el apellido Tumilet excepto en referencia a esta fábrica o a un conocido dúo francés de patinadores que actuaban en Europa en la década de 1910.  Puedes ver Les Frères Tumilet en Paris, y anuncios de espectáculos en Melilla en 1912, en Valencia en 1919 y más. Hasta ahora no sabía que rollerblading, incluso con ese nombre, fuera algo tan antiguo.

Pasé horas y horas mirando registros y documentos para crear este retrato, en parte porque los registros de España que pude encontrar en línea me resultaron algo más difíciles de explorar que los que había investigado previamente para objetos de los EE.UU. o el Reino Unido. La Guerra Civil Española (1936-39) podría explicar esta dificultad en parte, pero lo cierto es que también me resultó confuso entender el uso de los apellidos. Acostumbrada a las convenciones actuales con respecto a la asignación de apellidos en España, en las que la mujer mantiene sus propios apellidos al casarse, pronto vi que los registros correspondientes a este periodo con frecuencia también usan el primer y segundo apellido del hombre como los apellidos de la esposa, y por tanto a veces una mujer tenía un total de cuatro apellidos asociados a su persona en los registros oficiales.

Lo pasé bien descifrando las relaciones y viendo adónde me llevaba cada hilo que encontraba. Uno de mis hilos favoritos está relacionado con la esposa de Gregorio hijo, llamada Roser Pericall Lecha (Girona, 1933 -2020). Me encontré con una tesis de máster sobre la historia oral como patrimonio cultural, específicamente sobre la Guerra Civil y la posguerra. La tesis menciona a Roser y a su tío Narcís, que luchó en la unidad de la Defensa Especial contra Aeronaves durante la guerra. Gracias al testimonio de Narcís, sabemos que el vestido de comunión de Roser se confeccionó con seda de un paracaídas perteneciente a un soldado alemán que saltó de un avión derribado por la unidad de su tío (ver la tesis aquí, en catalán).

Digo que es un hilo favorito porque los detalles como estos nos ayudan a ver las cosas con más color y a completar la imagen que vamos formando en nuestra mente: la inevitable cotidianeidad de nuestras vidas tan peculiares, con guerra o sin ella. Roser necesitaba un vestido para su primera comunión y les vino caído del cielo, ni más ni menos, por muy poco convencional que pudiera ser esa vía. “Estate quieta, a ver si te voy a pinchar”, murmuró una boca llena de alfileres.

Es fácil imaginarse a Roser encantada con su vestido; tan encantada como encantado habría estado su futuro marido, Gregorio hijo, cogiendo curvas con su Tumilet unos años antes, quizás en plena Guerra Civil. Ballobar permaneció en manos republicanas desde el inicio de la guerra hasta marzo de 1938, cuando las fuerzas republicanas fueron derrotadas por las fuerzas nacionalistas en Aragón. Girona, donde estaba Roser, aguantó casi un año más.

Traté de buscar más información acerca de los hermanos Grau Tumilet. Parece que Josep Grau Tumilet estuvo a cargo de la gestión de la empresa durante los primeros años, mientras que el nombre que aparece en las facturas de años posteriores es exclusivamente el de su hermano Pere.

No encontré nada más acerca de José/Josep, excepto cuando busqué en el archivo del Centro Documental de la Memoria Histórica de España y vi que fue acusado de crímenes de ‘masonería y comunismo’ en 1947; cargos que acabarían siendo sobreseídos.

Diez años antes, existe un registro correspondiente a Pedro/Pere en 1937: un certificado laboral de la Unión Metalúrgica de Barcelona.

Y de ahí saltamos al 5 de marzo de 1949, cuando Pedro Grau Tumilet registra una patente para el Tumilet en Habana, Cuba. Mirando la descripción, es difícil de saber si corresponde al mismo modelo que este o es algo diferente.

En 1958 aparece otra vez en Cuba, donde se le incluye en una lista de miembros de una Sociedad Filatélica. ¿Puede haber emigrado definitivamente, como muchas otras personas hicieron?

Pasé mucho más tiempo de lo habitual investigando y averiguando detalles de las vidas de las personas incluidas en este retrato directa e indirectamente, y he estado tratando de entender por qué me ha resultado más duro de terminar que otros retratos.

Leyendo los diferentes artículos sobre el maestro rural Gregorio Lax Roda, y luego siguiendo el pequeño caminito de migas de información que nos han dejado los hermanos Grau Tumilet, intento identificar qué es lo que me parece interesante e incluso conmovedor de todo esto. Quizás sea las trazas de rusticidad y tenacidad que nos quedan de las personas, pero también entra en juego mi aprecio por la verdadera delicia que suponen esas miguitas, por escasas que sean, y lo apto que me resulta que este bonito Tumilet, de aspecto tan agradablemente sólido, sea un objeto asociado a sus nombres.

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