Nº 32 ~

Fortachón con muelle

Origen desconocido,
2ª mitad s. XX

National Museum of Taiwan History

A veces encuentro un catálogo virtual de un museo que aún no he explorado, y me paso horas mirando su colección de juguetes. Es un proceso un tanto engorroso, especialmente cuando está escrito en un idioma y en caracteres con los que no estoy familiarizada; supone mucha traducción automática y lecturas entre líneas, uniendo los puntos y luego tratando de encontrar otras referencias y conexiones.

Con frecuencia, los juguetes son objetos diminutos y no es raro que una canica o un soldadito de plomo tenga su propio número de inventario, de ahí que a veces haya docenas de miles de registros que consultar. Muchos de estos registros en los museos son relativamente ordinarios, en cuanto que tienden a ser objetos que conocemos bien y de los que hemos visto multitud de ejemplos. Podría decirse que el proceso de examinarlos requiere una paciencia extraña (y posiblemente un tanto desquiciada).

Había estado mirando cientos de registros de juguetes en el sitio web del National Museum of Taiwan History, tranquilamente y algo despistada, cuando me topé con este señor y se me escapó una carcajada. Es difícil identificar qué es lo que hace que un diseño funcione: las proporciones, la disposición de los rasgos faciales, la dosis adecuada de humor, y quizás lo más importante, cómo te hace sentir cuando lo miras.

Parece ser un juguete barato y producido a gran escala, posiblemente incluso fuera un regalo que venía con otro producto, dado su tamaño (aprox. 3 cm de ancho y 9 cm de alto). Barato o no, es difícil no sonreír cuando lo miras, y diría que hace falta un talento especial para acertar tan redondamente en el diseño. Se tomaron varias buenas decisiones, desde los ojos bizcos, el bigote rizado y el muelle en la barriga – que suponemos le hace tambalear mientras sostiene la barra por encima de su cabeza (casi podemos oír el ‘¡Nyyyyyuff!’ de los segundos precedentes, cuando hacía el esfuerzo de alzarlo y de inmediato se arrepentía, a juzgar por su expresión) –, hasta su figura a lo Humpty Dumpty y sus ridículos pies redondos.  

Se nos da muy poca información sobre él, y no he sido capaz de encontrar ninguna otra imagen de un juguete igual o parecido en Internet; solamente sabemos que fue fabricado después de 1945 (‘tras la Segunda Guerra Mundial’) con plástico y un muelle de metal. El museo tiene una amplia colección de juguetes de Happy Meal de McDonalds, y se me ocurrió que quizás podría ser uno (aquí es donde confieso que se me cayó el alma al suelo durante unos breves segundos) pero habiendo mirado de cerca, no veo ninguna señal del logotipo en las distintas fotografías, ni ningún otro juguete parecido de los Happy Meals, así que parece improbable.

Me hace pensar en varias cosas, incluido los juguetes de Mr. Potato (Señor Patata, Señor Cara de Papa, según el país) y por supuesto, el muelle Slinky. Había tenido la impresión (equivocada) de que el perro Slinky que aparece en la película Toy Story era un juguete que habían creado expresamente, pero los antiguos anuncios de Slinky también incluyen un perro, una oruga, un elefante, un tren y un gatito: mira éste de los años 60, según el canal de Slinky Toys en Youtube (aunque parece bastante antiguo).

Este fortachón también me hizo pensar en la versatilidad del uso de los muelles en los juguetes: pueden ser piezas en juguetes mecánicos, pero también pueden simplemente ser el juguete. Piensa en una caja sorpresa, en los trampolines, en los palos o pogos saltarines (echa un vistazo a este fantástico vídeo de 1962 en Weybridge, Reino Unido, que muestra a varios niños echando aceite a sus palos y saltando), los ‘moon shoes’ de los años 50), o los columpios de muelle en los parques de ahora. El movimiento que crean es inherentemente divertido.  

Me recordaba también a otra cosa que no conseguía identificar, pero por fin di con ello: Emeraldo, el acróbata / fortachón que aparecen en los Mumin de Tove Jansson. Emeraldo es un maravilloso personaje que sigue por todos lados a la hermosa, vanidosa y mandona Miss La Guna (también conocida como Primadonna, y durante un tiempo el objeto del encaprichamiento de Mumin, muy a pesar de la Señorita Snork) y que realiza todo tipo de acrobacias y demostraciones de fuerza cuando así lo pide Miss La Guna. En la historia, Emeraldo confiesa que empieza estar un poco harto de este papel, y que solo lo hace porque le tiene miedo a Miss La Guna; de hecho, lo que más quiere es estar tranquilo y que le dejen en paz. Jansson siempre da con el tono perfecto cuando retrata a personajes vanidosos y/o mandones, pero creo que lo que más me gusta es cuando sus personajes se hartan los unos de los otros y necesitan largarse y encontrar un pequeño refugio para estar solos. Quizás veo algo de Emeraldo en este fortachón, que parece un poco tímido. ¿Puede que el muelle-barriga le saltara por accidente cuando levantó la barra? ¿Puede que se sienta algo avergonzado y un pelín al descubierto?

Miré un poco los orígenes de la estética de los fortachones, con el bigotito que todos reconocemos, y me informé sobre sus símbolos por excelencia. El fortachón bigotudo más famoso del mundo quizás fuera Eugen Sandow, conocido como el padre del culturismo: mira esta magnífica fotografía tomada de la revista de culturismo que fundó él mismo, en la que aparece vestido tan solo con unos elegantes calzones de piel de leopardo. También existe una maravillosa grabación de él filmada el 6 de marzo de 1894 en el Black Maria Studio de Thomas Edison, en la que hace varias de sus poses más conocidas. [Averigüé que, unos meses más tarde en noviembre de ese año, Edison filmó a Annie Oakley, la tiradora que formaba parte del show de Buffalo Bill, disparando su escopeta en el estudio. Puedes verla aquí; el estudio de Edison parece un lugar fascinante].  

Me gusta bastante este tipo de juguete sin grandes pretensiones; puede que algunos lo vean como un ejemplo perfecto de un juguete de plástico desechable, pero la intención que tiene detrás me parece interesante. Sé que me hubiera encantado de pequeña, y ahora todavía disfrutaría teniéndolo a mi lado. Su aspecto ridículo tiene mucho de preciso y reconocible: yo desde luego me he sentido exactamente como su expresión facial, varias veces en lo que va de año.

Vamos a darle un toquecito a ver si esas patas rectas ceden bajo el peso. ¡Aguanta ahí!

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