Nº 43 ~

Disfraz de pulpo

Limasol, Chipre, 1990

Confeccionado por Toula Sykopetritis

Horniman Museum, Londres

Este pulpo fue confeccionado por Toula Sykopetritis para su nieta Maria Pieri, quien lo llevó en 1990 como disfraz en el Carnaval de Limasol, una ciudad en la costa sur de Chipre. Se encuentra almacenado en el Horniman Museum, junto con otros dos disfraces que confeccionó para Maria, uno de ellos de racimos de plátanos, que llevó en 1989, y otro de rábanos, su disfraz en 1991.

Traté de investigar un poco y contactar con la dueña original de estos disfraces, para obtener más información acerca de la edad que tenía al llevarlos, y si formaba parte de un gran grupo de personas vestidas todas con disfraces parecidos para el desfile de carnaval, pero lo cierto es que no llegué muy lejos. Puedes echar un vistazo a un vídeo antiguo del desfile del Carnaval de Limasol en 1960 (según el dueño del vídeo). Es interesante ver cómo ahora las celebraciones carnavaleras de muchos sitios se han vuelto algo estandarizadas por todo el mundo, con ritmos latinos, brasileños y caribeños que se han impuesto sobre lo que imagino antiguamente era música tradicional.

Los disfraces, las máscaras y las caretas han estado en mi lista de objetos para retratar, y este disfraz en concreto me atrajo por no ser un personaje humano ni un animal que se preste tan bien a ser humanizado. Pero quizás el detalle crucial es que un pulpo tiene ojos reconocibles; me pregunto si aquí está la clave de por qué nos intrigan y fascinan a tantos.

Disfrazarse de almeja, por ejemplo, sería bastante diferente, más parecido a ir disfrazado de silla o de piedra; podría requerir algo más de ingenio por parte del diseñador para atraer nuestro interés. ¿Pero una criatura con ojos? Eso ya nos parece algo más cercano; hasta el punto de que no nos parece tan descabellado pensar que pueda tenga alguna opinión sobre algún tema. Sus tentáculos ondeantes, salpicados de ventosas, sustituyen a nuestras extremidades, pero tiene un total de ocho, ni más ni menos. Al pensar en qué aspecto podría tener un extraterrestre, me doy cuenta de que un pulpo encaja cómodamente entre las opciones que voy barajando.   

Lo que me gusta de este disfraz de pulpo es que no es una caricatura, ni está demasiado estilizado. Ha sido creado por alguien a quien los pulpos le resultan tan familiares como los plátanos: los ha visto con frecuencia, probablemente en un plato, a la plancha y con guarnición. Los tentáculos se vuelven más estrechos en las puntas, rizándose un poquitín, lo justo; y el color que se ha escogido para el exterior del cuerpo no es lila o rosa chillón, que a menudo se ve, sino un gris amarronado un tanto turbio, como podría ser un pulpo fresco y reluciente expuesto en una bandeja de hielo picado en el mercado.

Como tradición en culturas cristianas (la mayoría católicas), el carnaval – también en su encarnación de ‘Mardi Gras’ – ha consistido principalmente en desbaratar las reglas de la sociedad durante un tiempo limitado: comer y beber en exceso, tirar las clases y barreras sociales por la ventana, invertir los roles, y entregarse a los placeres carnales antes del inicio de Cuaresma, un periodo de ayuno y de renunciar a lujos y comodidades para conmemorar los sacrificios que hizo Jesucristo durante los 40 días que pasó en el desierto. [Ver aquí un breve artículo de la British Library (en inglés) que relaciona la obra de Shakespeare Twelfth Night (Noche de Reyes/La duodécima noche) con el carnaval, en una historia donde todo se vuelve del revés].

Hay otros festivales en el mundo que se conocen como “carnavales” y que se celebran en otras épocas del año (p.ej., finales de verano). El Carnaval de Notting Hill, celebrado en agosto en Londres, está inspirado en el festival de Crop Over de Barbados (también celebrado en agosto) y en el Carnaval de Trinidad (que se celebra según las fechas cristianas), entre otras celebraciones.

Los carnavales siempre me han parecido una celebración pagana (sea lo que sea eso) y, aunque existen teorías encontradas acerca de sus orígenes, sí pueden encontrarse similitudes con respecto a las Dionisias griegas y las Saturnales y Bacanales romanas. En todo caso es interesante ver cómo encaja el momento de su celebración con ciclos naturales, como a menudo es el caso de festivales populares en todo el mundo.  

Investigando un poco las tradiciones y las representaciones en torno al carnaval, fue interesante y muy divertido mirar de cerca la obra de Bruegel ‘Combate entre don Carnal y doña Cuaresma’, que muestra una lucha entre las virtudes y los vicios, en una parodia de una justa medieval en la que se personifica al carnaval (don Carnal) y a la Cuaresma (doña Cuaresma). Don Carnal es un carnicero glotón que empuña un espetón de asado en que vemos un lechón; sus seguidores llevan máscaras e instrumentos musicales. Doña Cuaresma, por el contrario, es una señora flacucha y demacrada, que empuña una pala para hornos de pan, en la que vemos dos arenques. Aquí no quedan cabos sueltos; los ciclos de los cultivos y las estaciones se vinculan a la moralidad, y la falta generalizada de comida se vincula a un fin superior.

Esta semana también disfruté a lo grande investigando las maravillas del mundo de los pulpos y sus representaciones a lo largo de la historia. Uno de mis “descubrimientos” más bonitos es la cerámica minoica y micénica decorada con pulpos. Echa un vistazo a estas bonitas vasijas usadas en Chipre, donde se ubica Limasol, más de 3000 años antes de que se hiciera este disfraz: aquí (crátera anforoide nº 1), y aquí (crátera anforoide nº 2). Existe un tipo de cerámica minoica conocida como de “estilo marino” que incluye recipientes verdaderamente bellos y con aspecto increíblemente moderno: este ejemplo quizás sea mi favorito, hallado en Creta y ahora expuesto en el Museo Arqueológico de Herakleion, fabricado hace unos 3500 años.  

Sin grandes pretensiones, este disfraz celebra el hecho de estar vivos en un mundo en el que existen criaturas tan maravillosas como los pulpos, y la sensación de ser parte de algo mucho más grande que nosotros.  

El carnaval abre un mundo de posibilidades, y es interesante pensar que la idea de disfrazarse o hacer como que eres otra cosa u otra persona (de hecho, la simple idea de “actuar”) podría verse del mismo modo que emborracharse o entregarse al desenfreno. [Nota al margen: aquí me desvié un buen tiempo, leyendo varias cosas sobre la antiteatralidad, y la psicomaquia]. Qué cosa tan curiosa, considerar el disfrazarse como, en esencia, una manifestación de inmoralidad y vicio … ¿Qué es lo que nos da disfrazarnos, que algunos lo han considerado tan intoxicante como el alcohol o las drogas?

¿No te entra curiosidad por saber cómo sería tener ocho tentáculos? ¿Y crees que tu “yo pulpo” tendría otra personalidad?

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