Nº 49 ~

Máscara-saco de harina

Co. Wicklow, Irlanda, 1956

Horniman Museum, Londres

Para mi primer retrato de 2022, decidí escoger una máscara de algún tipo de la colección del Horniman Museum en Londres. El museo tiene varias opciones maravillosas, e inicialmente me atrajo esta fantástica máscara de oso hecha de madera de conífera de Eslovaquia, usada en celebraciones de Fašiangy (carnaval). Está realizada expertamente, con bonitas texturas y una imaginería que parece ser bastante específica. Pero al final, me decanté por un camino diferente y mucho menos impresionante en cuanto a apariencia.

Digo menos impresionante porque esta máscara improvisada realizada con un saco de harina es el tipo de objeto que fácilmente pasa desapercibido. En cierto sentido es un objeto un poco “nada” (de hecho, ¿puede llamársele un objeto en condiciones, visto lo arrugado y lo poco sustancioso que parece ser?). No es tan bella como la máscara de oso eslovaca, y algunos incluso dirían que es un tanto inquietante, con esos pliegues, esos manchurrones y esas facciones garabateadas (lo cual significa que sirvió su propósito, como veremos más abajo).

Fue obtenida en County Wicklow, Irlanda, en 1956, al mismo tiempo que varias máscaras que también están en el museo: mira esta máscara aún más sencilla, hecha con un retal de tela, con unos ojos-agujeros tan redondos que me pregunto cómo los hicieron, o esta de aquí, hecha con la tela de un saco de trigo decorada con mechones de lana cosidos a modo de vello facial.

Pero la máscara del retrato me llamó la atención de manera especial: cuanto más miraba los agujeros desparejos y desiguales, ese garabato combinado de cejas y nariz negras, y el reverso impreso, más me empezó a parecer extrañamente bonito.  

De hecho, sacada de contexto así, y según qué ángulo, me di cuenta de que la máscara parecía una combinación de varios movimientos y estilos artísticos. Empecé a pensar en cuáles de sus atributos eran responsables de este parecido razonable, y en qué es lo que buscaban expresar o captar ciertos artistas con su obra. A mí esta máscara me parece interesante porque rebosa humanidad, historias y contexto. Tampoco está de más decir que tengo una debilidad especial por las arrugas, los pliegues, las manchas y la decoloración, ya sea en tela o en piel.

También me acordé de la pelota egipcia de lino y cordel (ver el Retrato nº 4). Observé una similitud entre los dos objetos, en cómo la tela orgánica retiene vestigios de acciones y del paso del tiempo, dando lugar a una reacción casi visceral, conmovedora y multidimensional.

Halloween, o Oíche Shamhna (pronunciado, muy aproximadamente, ii-jie jau-na), se ha celebrado en Irlanda (y también en Escocia y otras partes gaélicas del mundo, bajo nombres parecidos o diferentes) durante siglos. Busqué más información sobre Oíche Shamhna en Irlanda y específicamente sobre Halloween en Wicklow, y encontré esta interesante página escrita por Jonny Dillon, archivista en la National Folklore Collection de Irlanda, en la que describe las tradiciones de la zona:

“Era tradición en Halloween que las bandas de jóvenes se agruparan y visitaran las casas de la vecindad. En la parte sureña de Wicklow, estos grupos se conocían como los ‘Vizards’, o los ‘Juggies’. Iban disfrazados, con máscaras, harapos o ropa vieja y, al llamar a la puerta, la troupe espantosa entraba a la casa, tocando música en silbatos y acordeones y bailando, rogando a los ocupantes “Help the Halloween party!”. En Kilpeddar, zona este de Wicklow, era tradicional que las personas de la casa visitada tiraran al aire peniques, manzanas y nueces para el grupo después de que terminaran de tocar y bailar, y los miembros del grupo competían para ver quién podía recoger más del suelo, antes de empezar su camino a la siguiente casa.” [Jonny Dillon]

En esta misma página, Dillon describe los juegos que se jugaban después de cenar, incluido el juego de “morder la manzana” (‘bobbing’ o ‘ducking’ for apples) – puedes ver imágenes de niños jugando en estas fotografías de Halloween en Irlanda en los años 50 y 60 –, y también una variante en el que los niños trataban de morder una manzana que colgaba de una cuerda. En Dunlavin, West Wicklow, lo hacían con un detalle particularmente bueno: “se colgaban del techo una manzana y una pastilla de jabón, y se daba vueltas a las cuerdas hasta que giraran las dos; así, los desgraciados participantes no podían saber si iban a morder la manzana o el jabón.”

También me entró curiosidad por saber más acerca de la harinera que aparece en el diseño del saco. El reverso de la máscara [ver aquí] dice

Household Flour
W.P.&R. Odlum Ltd
14 lbs
Leinster Flour Mills

W.P.&R. Odlum Ltd ahora es la empresa Odlums, muy conocida en Irlanda y aún especializada en harinas y productos de pastelería. Los edificios de la harinera, Leinster Flour Mills, que vemos en el dibujo se puso a la venta recientemente; según el artículo, estuvieron en funcionamiento hasta el año 1990 aproximadamente. Los lectores más cotillas pueden mirar la casa anexa a la harinera, llamada Mill House, que también se puso a la venta hace unos años; hay más información acerca de la familia Odlum aquí.

Creo que lo que más me gusta de esta máscara es que es lo opuesto a algo precioso, y que es un registro del proceso de juego en sí, como es el caso de muchos objetos hechos a mano o adaptados para un uso diferente. Las fotografías y los detalles ofrecidos por folcloristas como Dillon nos ayudan a hacernos una idea del contexto en el que se usó. Puedes echar un vistazo a la colección del National Museum of Ireland collection (la parte inferior de la página muestra máscaras de este estilo) y obtener más información acerca de Oíche Shamhna y Samhain (Todos los santos, 1 de noviembre).

Mis hijos miraron el agujero de la máscara en la parte inferior: “¿ese para qué sirve? ¿se equivocaron?” Nos preguntamos si quizás fallaron al calcular la distancia entre los ojos y la boca, y no usaron su propia cara para guiarse antes de cortar, algo que a nosotros nos ha pasado más de una vez. Todos estuvimos de acuerdo en que el aspecto macabro está muy bien conseguido, posiblemente más que en cualquier máscara comprada en una tienda o más “terminada”.

Me imagino al niño, a la niña o a los niños que hicieron esta máscara, y su emoción al pedir a un adulto algún material que les pudiera servir. Se sentaron en algún lugar, dibujaron esos rasgos, añadieron toques de color en las mejillas y la nariz, cortaron los agujeros; quizás se rieran o se frustraran con algún detalle, corriendo un poco para terminarla, ponérsela y dar comienzo a una noche de diversión.  

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