Nº 14 ~

Perro Espacial

Japón, años 50

Fabricado por KO Yoshiya
V&A Museum of Childhood, Londres

He dibujado este juguete en el transcurso de varios días. Cada vez que he ido a coger los lápices, me ha entrado la risa floja, encantada de que exista en el mundo una cosa tan graciosa. Me gusta lo ridículo que es, su carencia de patas, sus orejas grandes, planas y caídas, y su expresión de alegría permanente. Parece, como escribió Judith Kerr sobre ‘Mog, la gata despistada’, “muy bueno, pero no muy espabilado”, y quizás sea esto lo que hace que sea tan entrañable.

Al igual que la Casa de Rita Flower, este Perro Espacial está en el V&A Museum of Childhood, y tampoco está expuesto. Se adquirió para una exposición realizada en 2007, llamada Space Age: Exploration, Design and Popular Culture, y su ficha nos dice que fue adquirido en una subasta de Christie’s como parte de una colección de robots y juguetes espaciales que pertenecieron a un colector afincado en Milan, llamado Paul Lips – pueden verse todos los juguetes de su colección aquí

La época de la Guerra Fría / Era Espacial produjo una variada gama de juguetes y accesorios para niños y niñas – astronautas (ver esta bonita colcha de 1950-55, en The Strong National Museum of Play), cohetes (ver este juego de mesa de 1959, también en The Strong) y naves espaciales. Lo más espectacular es que por unos 50 dólares  (aproximadamente equivalente a 500 dólares de hoy), los padres más cariñosos y entregados podían comprar para sus hijos el ‘Atomic Energy Lab’ (Laboratorio de Energía Atómica), que es tan impactante como suena.

En el polo opuesto al Atomic Energy Lab, este juguete en concreto fue fabricado por una empresa japonesa llamada KO Yoshiya, también conocida como Kobe Yoko Ltd, una de las empresas de juguetes líderes en Japón desde la década de los 50 hasta la década de los 70. La empresa se dio a conocer especialmente haciendo juguetes de imitación de Robby the Robot, un personaje que apareció por primera vez en la película de 1956 Forbidden Planet (Planeta Prohibido). Puedes ver un clip aquí (Robby the Robot entra en escena en torno al minuto 1.14), para hacerte una idea de la estética en la que encaja nuestro Perro Espacial. Una reseña reciente de Forbidden Planet explica por qué fue el precursor de muchos clásicos de ciencia ficción que quizás conozcamos mejor.

KO Yoshiya también fabricó un Elefante Espacial y un Barco Ballena Espacial. Parece que las instrucciones para los diseñadores fueron “lo que sea, pero en espacial”.   

Me encanta que sea una mezcla de tantos conceptos: ¿en qué consiste un Perro Espacial? ¿Es un ‘animal de compañía’ para robots que viven en el espacio? ¿Estamos hablando de alienígenas-robot? ¿Y tienen estos alienígenas-robot mascotas perrunas como nosotros? ¿Necesitan comer?

También me resulta curioso tratar de entender qué es lo que me hace sonreír cuando lo miro. Creo que hay algo en la forma en que están colocados esas cúpulas-ojo, y la forma en que la boca está medio abierta, que hace que su expresión sea muy humana y muy boba, aunque esté hecho de latón y plástico.

Me pregunto cómo se llevaría con Rafan el Perro (fabricado unos 10 años más tarde); miro a los dos y trato de imaginar cuál sería su dinámica. Me parece que a Rafan le podría resultar un poco pelmazo Perro Espacial, con su permanente sonrisa. Pensando en otras opciones de amigos para Perro Espacial, de repente se me ocurre que Porquete es un candidato excelente. Es paciente y leal, y proclive a otras criaturas de muy poco cerebro. De alguna manera, la idea de Porquete y Perro Espacial juntos me hace especialmente feliz.

 Imagino que a Perro Espacial le han encomendado una misión para explorar el Sector J53 en búsqueda de fuentes de rayos gamma. Le han dado instrucciones claras, y sonríe (¿o es una expresión involuntaria?), en señal de que ha comprendido. ¡Biiip! ¡Bluup!

Emprende su camino de buen humor, con la antena elevada como su espíritu. Jadea feliz y metálicamente. Observa cráteres (grandes y pequeños) y rocas (algunas puntiagudas, otras redondeadas). Utiliza su gran nariz roja para olisquear cada objeto que pasa -- ¿podría ser una fuente de rayos gamma? Lo cierto es que se olvidó de preguntar qué aspecto tenían estas fuentes. Finalmente, su infalible nariz le conduce a una salchicha de alambre, y regresa triunfante con la salchicha colgando de la boca.

El comandante mira a Perro Espacial. Es la quinta vez en cinco horas que ha regresado de la misión con una salchicha de alambre. Resignado, le da unas palmaditas en la cabeza, le devuelve la sonrisa y le da una galletita espacial. 

Dibujo basado en fotografías en la página web de V&A Museum of Childhood.

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